14.9.07

Centro Cultural Monte Carmelo

Para este ejercicio de dirección de arte, analicé el Centro Cultural Monte Carmelo (CCMC), ubicado en Bellavista. La primera aproximación fue en ánimo de observador y no de analista, por lo que recorrí sus pabellones y miré sus elementos, buscando por un hilo conductor común. Al rato, me de cuenta de ciertos criterios que rigen y ordenan todo el espacio como un conjunto. Los dividiré en 5 puntos: Corporatividad cromática, Texturas del suelo, Placas y viñetas, Iluminación y Miscelánea.

1. Corporatividad cromática: rojo, verde y blanco.

Esta paleta cromática no es al azar. Sin duda es la directriz de colores que entrega lo más llamativo del recinto: la Iglesia que se encuentra al fondo.




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Lo primero que salta a la vista cuando uno visita el CCMC es el obvio predominio del rojo en su estructura. Prácticamente todas las paredes exteriores están pintadas con un color rojo, que se ve especialmente tímbrico en un día nublado como el de hoy (tomé las fotos). Es el color principal y gracias a él, hace resaltar la locación respecto al contexto de la ciudad colindante, pues impresiona al espectador.
También son rojos los chalecos de polar que usan como uniforme los encargados del CCMC y el techo de los pabellones de exposición.



El paisaje general se ve salpicado de color verde, que es complementario del rojo. Este se encuentra en varios matices diferentes, a diferencia del rojo uniforme del plano macro del CCMC, pero aún así se percibe un uso conciente del color: el techo de zinc de la iglesia ubicada al fondo del CCMC es de un verde deslavado, desteñido por el sol, como también son las rejas de la entrada al recinto; otro verde, más oscuro y cuidado se encuentra presente en las bancas repartidas por la locación y además en los faroles que se ubican a lo largo del corredor, y un tercer verde lo aporta la naturaleza presente en el lugar.



En mi humilde opinión, la elección de este color es, más allá del carácter complementario respecto al rojo, la presencia inamovible del cerro San Cristóbal al fondo el paisaje, tras la Iglesia. Es una forma de mantener la coherencia del espacio con el contexto general de la ciudad.



El blanco actúa como descanso entre los dos colores. Está presente en marcos de ventanas, canaletas, puertas, etc., pero no entorpece con la percepción cromática general: la gente sale de ahí acordándose del rojo y del verde, no del blanco. Como dije, actúa como descanso entre colores. Donde sí cobra protagonismo es al interior de los pabellones de exposición, ya que al ser un color mucho más neutro que el rojo y el verde, es utilizado en las paredes sobre las cuales reposan las obras que se muestran.



2. Texturas del suelo:



Visual y táctilmente, demarcan las distintas áreas de tránsito dentro del CCMC.
La primera textura es la de la baldosa de la vereda, que es la que se encuentra cuando se está aún en "la calle", al exterior del CCMC. Al ingresar, la textura cambia y también el contexto: uno ya no está afuera, en la calle, sino que ha ingresado. Esta textura es la de adoquines, y se extiende por todo el patio central, que actúa como estacionamientos.




A los costados del recinto hay una elevación del terreno cubierta de baldosas rojas, que se extienden hasta el final del CCMC a través de un largo corredor. Estas baldosas "entran" también en el pabellón de exposición principal, invitando a entrar en ellos pues no se percibe un "cambio" que indique al espectador que está entrando a un área diferente, como ocurría en la entrada.





En otra sala de exposiciones, la extura del piso es de parquet. En mi opinión esto ocurre para diferenciarla en jerarquía respecto al pabellón anterior, pero puede ser sólo por motivos prácticos.



Frente a la iglesia encontramos otras 3 texturas: baldosas de color gris, con un diseño tipo op-art (que sin duda forma parte del suelo interior de la Iglesia), baldosas grises de material concreto, con un diseño de líneas paralelas en distintas profundidades y una placa metálica tipo "diamond plate", ubicada casi al llegar a los escalones que llevan nuevamente a los adoquines. Como ven, 5 texturas distintas, para 5 códigos distintos se interponen entre el visitante desde que entra hasta que llega al final del CCMC.






3. Placas y viñetas:

Posiblemente el punto en el que más conciencia de la dirección de arte tuvieron los encargados al implementarlas. Existen 3 placas en el exterior de los 3 pabellones principales del recinto, todas del mismo estilo.





Las viñetas de las obras para loas dos exposiciones en curso, también comparten criterios, aunque en la del pabellón principal existen viñetas explicativas que no encuentran homólogo en el otro pabellón.


4. Iluminación:

Interior: la iluminación de los pabellones de exposición es mediante lámparas halógenas de bajos watts, que cuelgan desde el techo sobre unos rieles. Se enfocan hacia las obras, de modo que puedan ser mejor observadas. Es homogénea sobre estas y menor sobre las zonas que no requieren de tanta atención, como las secciones de las paredes que quedan vacías y las esquinas. Están presentes en todos los pabellones, colgando desde la misma altura.




Exterior: hay tres tipos de iluminación: faroles decorativos y de ambientación. Los primeros corresponden a faroles verdes empotrados a lo largo del corredor del costado del CCMC. Tienen un estilo antiguo y son todos de color verde. Aunque al momento del análisis estaban apagados, es evidente que cumplen la función de iluminar el recorrido.




Los focos de ambientación están pensados para destacar ciertos sectores del CCMC, como la fachada de la Iglesia. Estos faroles están ubicados en el suelo y orientados hacia arriba, en una especie de contrapicado. Uno puede imaginarse que al estar encendidos, dramatizan las paredes de la Iglesia, otorgándole la presencia llamativa que de día entrega el vistoso color rojo que la recubre.




Otro foco de ambientación se encuentra en uno de los árboles de la entrada. Éste está recubierto por un filtro artesanal de color ámbar, que destaca el árbol pero no lo convierte en protagonista.




5. Miscelánea:

Por último, encontramos elementos que no encajan del todo del contexto general del CCMC, pero que no desentonan pues juegan papeles secundarios de ambientación general como son un viejo caruaje de metal y madera, altos ceniceros de madera, una placa conmemorativa del diario El Mercurio y una placa que narra la historia del Centro Cultural.





7.9.07

mgz



Mangrazzo Magazine {MGZ} es una revista de carretes {fiestas, juerga, parranda para los colegas internacionales}, que hicimos con mis amigos, compadres y colegas Alberto Marcías, José Pinto y Jordi Casanueva para el Taller Art Direction de la Universidad de Chile.

La gracia es que la revista es que cada ejemplar debía utilizar a cabalidad un pliego de 60x80 cms, no podíamos utilizar ningún elemento compositivo {léase tipografías, imágenes, texto} si no teníamos las licencias, los derechos o los permisos y que los cargos de dirección de arte, dirección tipográfica y editor de contenidos tenían que ser administrados por separado para lograr un todo cohesionado y coherente, aunque obviamente todos hicimos de todo..

Todo el contenido es producido por nosotros, las imágenes fueron tomadas y/o producidas también por nosotros y las tipografías son de uso libre, excepto en dos piezas gráficas donde la tipografía se modificó para hacerla distinta al original y poder utilizarla.


{pieza gráfica personal para MGZ}

Pueden ver la revista completa de de modos:

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Pd: el concurso del free pass se movió para la 1era semana de octubre!